En el tiempo de la llamada ‘posverdad’, los participantes en el debate se preguntaron qué peso tiene la ocultación de la verdad como estrategia política. «Tarde o temprano, todo se sabe», ha defendido Pepe Verón en su exposición. El debate, sin embargo, ha enfocado también algunos casos recientes en los que los políticos parecen descontar que el ciudadano admite que la mentira forma parte del juego de la comunicación política. «Hay un factor cada vez de más importancia: los datos. El relato necesita da muchos datos… «porque los datos dan apariencia de verdad».
Ahora la información política está dominada por el ‘infotainment’ o el ‘politainment’. La influencia de la televisión ha crecido hasta generar estrellas políticas que devienen candidatos. «La comunicación política se basa mucho en el relato -ha razonado Pepe Verón- y el relato debe emocionar, permitir una identificación. Los estudios indican que cada vez se vota más desde lo emocional que desde lo racional: Trump es emocional, el Brexit es emocional». Eso genera situaciones en que la adhesión no racional vence al análisis: «El voto a la contra cada vez es más común».
El escenario está en evolución, a los dos lados: «Ya no hay votantes, hay ciudadanos que toman decisiones: el paradigma ha cambiado», ha definido Pepe Verón, que distingue entre «comunicación política» y «comunicación institucional». En este segundo aspecto, el conversatorio ha tratado también la conformación de los gabinetes de prensa y el peligro de que en ellos haya «más hooligans que técnicos». «Hay que distinguir entre activismo y comunicación», ha dicho Pepe Verón.
Sobre la relación de los dircom políticos y gabinetes de prensa con los medios, a veces tumultuosa, en el debate los participantes han subrayado una diferencia clave con la comunicación empresarial: «Los políticos tienen intereses y los medios también: y esos intereses no están tan claros como en la comunicación corporativa».
